“Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin atractivo para que le deseemos”.
(Isaías 53:2)
Hay una verdad revelada en la Biblia que a medida que pasa el tiempo se hace más patente y se va materializando, esa verdad es que la gente o por lo menos una gran cantidad de ella no está dispuesta a aceptar el Señorío de Yeshúa sobre su vida.
El Salmo 2 nos advierte acerca del proceder de las naciones en estos tiempos, ellas dirán: “echemos de nosotros sus cuerdas”, de alguna manera rechazando abiertamente el Gobierno del Maestro. Y esto es algo que podemos ver hoy en las ideas como la “libertad de expresión” o en frases como “sé quien quieras ser” o también en la famosa búsqueda del bienestar del Yo. Estos pensamientos ocupan la mente de la gente, se diseminan y toman fuerza en todos lados.
Al leer Isaías 53 uno puede ver el contexto de una historia que ya pasó. Es bien sabido que Yeshúa fue rechazado por la gente de su época, pero además de eso, esta reacción de las personas no es algo que solo se cumplió en el pasado sino que hoy, en el tiempo presente, se hace más patente.
Aunque vemos y oímos a muchos intentando dar a conocer a Yeshúa por medio de palabras, estudios, algunos haciendo uso de la creatividad y yendo mas allá de los métodos conocidos, podemos también encontrar en todo esto una oposición para no poder ver o hallar la belleza de Yeshúa.
Aún en nuestra propia vida, nos estancamos en conocer en profundidad a Yeshúa porque no podemos “estimar” la belleza que hay en Él. Nos memorizamos y sabemos como frases pre-regristradas afirmaciones en cuanto a Él, su obra y aun de su amor , pero no hallamos hermosura en Él, no hay un atractivo que podamos ver que nos desafíe a ir mas allá, a sumergirnos en el “deleite de contemplar su Hermosura”.
Alguien que si se tomó el tiempo para enamorarse de Yeshúa dijo, “Eres el más hermoso de los Hijos de los Hombres”(salmos 45:2), cuanta pasión y cuanta dedicación encontramos en estas palabras.
Hoy estamos delante del desafío de no dejar que el amor se enfríe, de mirar a Yeshúa y asombrarnos de su belleza, de volvernos a enamorar de nuestro Señor.
Justamente, como dijo el Profeta Isaías, todo lo que el mundo hoy rechaza de la persona de Yeshúa es lo que nos atrae a Él, es lo que nos cautiva de Él.
Yeshúa dijo: “Bienaventurado el que no halle tropiezo en mi” (Mateo 11:6) y hoy también podríamos decir “Bienaventurados aquellos que al mirarlo pueden deleitarse en su Belleza”
–Matías Contreras
