Lectura: Marcos 2:1–5
Al leer este pasaje, vemos como unos hombres que tenían a un amigo enfermo, paralítico, tuvieron que abrir el techo de la casa donde Jesús estaba para poder llegar a Él. Sencillamente, no puedo dejar de pensar en el poder de la fe y el efecto que produce cuando la ponemos en práctica, tanto en la vida cotidiana, como en nuestro interior, generando así en nosotros una actitud de conquista que nos posiciona donde lógicamente y naturalmente no podríamos estar, haciéndonos vivir así en el plano de lo imposible.
Este es un pasaje claro, que nos habla de la seguridad que nos da la fe y de la actitud que debemos tomar para hacer uso de ella.
La fe de estos hombres hizo que el problema no sea un obstáculo. Me los imagino con la mirada puesta en Jesús, confiados, seguros de que ahí estaba todo lo que necesitaban y llevándolos a actuar en contra del famoso, “¿qué dirán?” abriendo un agujero en el techo del lugar con una clara convicción de que ahí estaba la solución…y así fue.
La fe es un poder que ÉL nos dió a todos y no debemos usarla como último recurso. Esta fe está para ser ejercitada todos los días.
El evangelio de Dios es poder, el reino de Dios es sobrenatural y la fe es la herramienta esencial para poder vivirlo.
La fe es conquista, es un movimiento hacia aquello que busco o deseo alcanzar.
“…que por la Fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon boca de leones” — HEBREOS 11:33
–Alan Bernard.